El matrimonio es santo en sí mismo, puesto que Dios así lo quiere, pero mucho más santo es todavía desde que Cristo lo elevó al rango de:
Los consagrados en cambio son llamados a la castidad, ellos sacrifican esa fecundidad natural por una fecundidad espiritual, que de hecho es muy superior a la primera.
Sin embargo existen muchas personas laicas que también ejercitan la virtud: solteros, vírgenes y hasta algunos matrimonios. Se dice que en el mundo hay muchos matrimonios que ofrecen a Dios el ejercicio de la continencia, ésta puede ser durante un período determinado de tiempo, o bien durante toda la vida (éstos son los menos). En ambos casos, sólo los conyuges entre ellos deciden, de común acuerdo, cuando y por cuanto tiempo se hará la ofrenda.
Cualquiera sea la duración, es importante saber que es MUY del agrado de Dios, que tiene gran valor espiritual y que da valiosos frutos. Es necesario recordar que sólo por la Gracia de Dios puede efectivizarse, y aún así es necesario orar y vigilar.
Se dice que a estos matrimonios se los conoce con el nombre de "JOSEFITAS", en honor a San José. Este Glorioso Patriarca fue todo virtuoso: era manso, pobre, humilde, obediente etc, pero de todas estas virtudes sólo SU CASTIDAD irritó al mundo.
Esta Santa Castidad de José es la garantía absoluta de la Virginidad de María y la Encarnación del Niño por el Espíritu.
El poder imitar por un tiempo al Santo de los Santos nos ayudará a liberarnos un poco de la esclavitud de los sentidos y a espiritualizar y dulcificar nuestra vida conyugal, por
eso debemos decir:
"¡San José, árbol bendito de Dios, no para dar frutos sino para dar sombra, te agradecemos y honramos como Patrono de las Familias. Modelo perfecto de la Virtud de la Virginidad, con justa razón recibiste el título de Custodio de Vírgenes... por tu poder que hace posible las cosas imposibles otórganos la gracia de ofrecerle a Dios algunos años de pureza... no solo de la física sino también de la del corazón, y que no veamos este ejercicio como una dura carga sino que lo veamos como un maravilloso triunfo del espíritu sobre la materia!".
Querido San José
Querido San José, Jesús tenía hambre y tú le diste de comer ,Jesús tuvo sed y tú le diste de beber, tenía frío y tú lo calentaste, Jesús no tenía techo y tú lo cobijaste.
Todos estos actos de amor los cumpliste con él, durante treinta años, con el precio de tus sudores. ¿Qué te devolverá Jesús, que tan generoso otorga el ciento por uno?.
Nada te negará Jesús, bien amado José; te imploro que uses de todo tu poder en beneficio de esta pobre alma mía y haz que pueda obtener, por medio de tu intercesión, las gracias que necesito.
Amén.
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