¡ Oh, que dichoso este día
en que José, dulce suerte,
entre Jesús y María
rinde tributo a la muerte!
Tuvo en la tierra su cielo
por un favor nunca visto,
con la Virgen, su consuelo
fue vivir sirviendo a Cristo.
Quisiera Dios que en nuestro trance
no nos falte su favor,
y piadoso nos alcance
ver benigno al Redentor.
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